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Erase una vez una ciudad en la que su forma de gobernar era fomentar el consumo en las épocas de crisis. Mientras en el resto de ciudades felicitaban la Navidad a sus vecinos con deseos del tipo “Navidades en familia”, “fechas entrañables”, “deporte y diversión para todos” o “el belén viviente del ayuntamiento felicitará la Navidad”; en Gastilandia no se les ocurrió otra forma para desear felices fiestas a sus vecinos que colocar en el periódico local un titular que incitaba al consumo compulsivo, al despilfarro: “El reto: gastar 6000 monedas en un sólo día”.
Los vecinos, asustados ante una idea tan descabellada, se preguntaban unos a otros el cometido de aquel comunicado oficial. Nadie sabía responder. Sólo Flor, la periodista fue capaz de aclarar el contenido de la noticia que había asustado a los habitantes de Gastilandia y había disparado su imaginación y hecho tambalearse su precaria situación económica debido a la crisis por la que atravesaba el país. Flor, acompañando al gobernador de la ciudad, convocó a todos los habitantes para contarles los pormenores de aquel desafío.
Los habitantes de Gastilandia se congregaron en la plaza del castillo para escuchar aquel disparate. Flor, que tenía más facilidad de palabra que el gobernador (el gobernador era algo corto de mente y escaso de lenguaje) expuso la situación en pocas palabras. “Nuestros comercios se están quedando sin clientes porque todos vamos a comprar a las grandes ciudades; para evitarlo se nos ha ocurrido que todos los ciudadanos tienen que gastar 6000 monedas como mínimo, en un día. A cambio recibirán una papeleta para un sorteo. El ganador de ese sorteo se llevará como premio un diploma al ciudadano ejemplar y una medalla de honor. Los comercios de la ciudad entregarán además un vale por un fin de semana con Papá Noel.”
La gente, encantada, comenzó a despilfarrar su dinero comprando regalos para todos sus conocidos y todo tipo de artículos que vendían en los comercios locales, para conseguir estar entre los compradores con las cifras de consumo más altas y tener más posibilidades de conseguir el premio. No pensaron en que sus cuentas bancarias se estaban quedando en números rojos, ya que debido a la crisis sus negocios fracasaban, sus ingresos eran cada vez menores y muchos de ellos se habían quedado sin trabajo.
No pensaron en la cuesta de enero ni en los meses venideros, sólo pensaban en aquel titular del periódico y en aquellos cartelones que incitaban al consumo sin pensar si se lo podían permitir o no. No pensaron en la auténtica esencia de la Navidad, creyeron que sólo serían felices adquiriendo productos innecesarios con el fin de conseguir el ansiado premio. Convirtieron así unas fiestas familiares en unas fiestas consumistas, con un fingido aspecto de aristocracia, con un estatus que no corresponde, con un nivel de vida que no se les adapta, con un estilo y un saber estar que no aprendieron en casa pero vieron en la tele.
Lástima que esta historia sea ficticia pero tenga algo de real.
Erase una vez una ciudad en la que su forma de gobernar era fomentar el consumo en las épocas de crisis. Mientras en el resto de ciudades felicitaban la Navidad a sus vecinos con deseos del tipo “Navidades en familia”, “fechas entrañables”, “deporte y diversión para todos” o “el belén viviente del ayuntamiento felicitará la Navidad”; en Gastilandia no se les ocurrió otra forma para desear felices fiestas a sus vecinos que colocar en el periódico local un titular que incitaba al consumo compulsivo, al despilfarro: “El reto: gastar 6000 monedas en un sólo día”.
Los vecinos, asustados ante una idea tan descabellada, se preguntaban unos a otros el cometido de aquel comunicado oficial. Nadie sabía responder. Sólo Flor, la periodista fue capaz de aclarar el contenido de la noticia que había asustado a los habitantes de Gastilandia y había disparado su imaginación y hecho tambalearse su precaria situación económica debido a la crisis por la que atravesaba el país. Flor, acompañando al gobernador de la ciudad, convocó a todos los habitantes para contarles los pormenores de aquel desafío.
Los habitantes de Gastilandia se congregaron en la plaza del castillo para escuchar aquel disparate. Flor, que tenía más facilidad de palabra que el gobernador (el gobernador era algo corto de mente y escaso de lenguaje) expuso la situación en pocas palabras. “Nuestros comercios se están quedando sin clientes porque todos vamos a comprar a las grandes ciudades; para evitarlo se nos ha ocurrido que todos los ciudadanos tienen que gastar 6000 monedas como mínimo, en un día. A cambio recibirán una papeleta para un sorteo. El ganador de ese sorteo se llevará como premio un diploma al ciudadano ejemplar y una medalla de honor. Los comercios de la ciudad entregarán además un vale por un fin de semana con Papá Noel.”
La gente, encantada, comenzó a despilfarrar su dinero comprando regalos para todos sus conocidos y todo tipo de artículos que vendían en los comercios locales, para conseguir estar entre los compradores con las cifras de consumo más altas y tener más posibilidades de conseguir el premio. No pensaron en que sus cuentas bancarias se estaban quedando en números rojos, ya que debido a la crisis sus negocios fracasaban, sus ingresos eran cada vez menores y muchos de ellos se habían quedado sin trabajo.
No pensaron en la cuesta de enero ni en los meses venideros, sólo pensaban en aquel titular del periódico y en aquellos cartelones que incitaban al consumo sin pensar si se lo podían permitir o no. No pensaron en la auténtica esencia de la Navidad, creyeron que sólo serían felices adquiriendo productos innecesarios con el fin de conseguir el ansiado premio. Convirtieron así unas fiestas familiares en unas fiestas consumistas, con un fingido aspecto de aristocracia, con un estatus que no corresponde, con un nivel de vida que no se les adapta, con un estilo y un saber estar que no aprendieron en casa pero vieron en la tele.
6 comentarios:
Es una pena que estas fechas esten perdiendo su verdadero significado por este desmesurado consumismo que nos imponen a todas horas.
mil gracias x pasar por ni espacio.
Gracias. Te devuelvo la vidita (me pasare por aqui de vez en cuando a leerte; asi aprendemos juntos,¿vale?).
Por cierto al hilo de este post me viene a la memoria esa frase...: " "Todos quieren volver a la naturaleza pero ninguno quiere hacerlo a pie" (Petra Karin Kelly )
Saludos,desde un Sur Herboricida...
Gracias Carlos, eso era lo que yo quería expresar con mi cuento consumista. Veo que has captado el mensaje.
Gracias por tu comentario y un saludo
Gracias Selma, ya sabes como es esto: tu blog se alimenta de "mis" comentarios y el mío de los tuyos. Es un placer para mí pasar por tu rinconcito. Saludos
Hola Jarillo, me alegra eso de que aprenderemos juntos, la verdad es que yo aprendo mucho cuando viisto blogs, como el tuyo. Me imagino como te sientes despues de ese arboricidio que ha cometido el alcalde de tu ciudad. Si es que en época de elecciones todos son buenos y más tarde, cuando cogen confianza, pasa lo qeu pasa.
Saludos y te tomo la palabra esa de aprender juntos
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