Me hace mucha gracia eso de que
se tenga que celebrar “algo” en determinado día. Siempre me he metido mucho con
San Valentín –y en este blog sois testigos de ello-, porque prefiero celebrar
el amor cada día y no el día que deciden las grandes superficies. No entiendo
que hoy, por ser el día D, sea diferente a ayer que no lo era, pero como parece
ser que todos los días y a todas las situaciones hay que dedicarles un día,
tenemos días de todo tipo y para todos los gustos.
Pues, cuál será mi sorpresa que
andaba yo facebookeando y me encontré con la novedad de que hoy, 13 de abril,
era el Día Internacional del beso… [….] así me quedé yo… atontá. El caso es que
me acordé de mi blog recientemente (prometido) reinaugurado y decidí ponerme
manos a la obra a escribir sobre este tema tan, tan, tan… tan de actualidad,
teniendo en cuenta que hoy es 13 de abril, Día Internacional del Beso. (Me
imagino que sólo de los besos de película, o de besos en general; a saber).
Rápidamente me puse a buscar en
internet de qué iba todo eso del día del beso y me encontré con que “ese beso”
que dio origen a toda esta historia fue un beso ¿he dicho beso?, no, beso no, superbeso
que duró 46 horas, 24 minutos y 9 segundos… ahí es nada; de lo que no me pude
enterar es de quienes fueron los autores que fueron capaces de estar ahí
pegados tanto tiempo, pero eso es otra historia.
Y teniendo en cuenta que se deben
celebrar esos días D y los múltiples beneficios para el cuerpo y la mente que
puede proporcionar un buen beso, yo me pregunto: ¿dónde andará mi príncipe azul
que no está aquí para darme uno de esos besos dignos de entrar en el Guiness?