jueves, 23 de diciembre de 2010

Será cosa de la Navidad


...pues eso, que aunque muchas veces son las grandes superficies las que nos invitan a buscar esos "sentimientos" con un regalo o metiéndonos la Navidad por los ojos, si que es verdad que estas fechas nos vuelven sentimentales y nos hacen ser más "amigos" de todo el mundo, sin excepción. Al final acabamos todos diciendo eso de "Feliz Navidad" a todo el mundo, ya sean amigos, enemigos, conocidos, el tendero de la esquina o alguien que no conocemos de nada... Será cosa de la Navidad.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Esta navidad Ramo leonés


Ahora que se aproxima la Navidad, esas fechas queridas y odiadas a partes iguales, me dejaré llevar por el espíritu navideño y decoraré mi casa para el evento que se avecina sin poder hacer nada por evitarlo…, pero este año cambiaré radicalmente la decoración navideña y dejaré entrar en casa una tradición leonesa que cada año reúne más adeptos: el ramo leonés.

Conocí a una persona experta en la elaboración y ornamentación de árboles de Navidad alternativos y me entró el gusanillo de probar.

Cuando me enteré de las condiciones del curso y coincidiendo con que el grupo de compañeras en estos temas también estaban interesadas en elaborar uno de esos llamativos ramos tradicionales, nos pusimos manos a la obra a lijar, teñir, pegar y decorar un armazón triangular que día a día iba tomando forma de ramo leonés.

El primer día de clase apareció –invitada por mí- Charo, una amiga experta en el tema leonés, toda una institución en cuanto se refiere a arte, cultura y tradiciones leonesas y nos dio unas cuantas pautas para decorar nuestro ramo en cuanto estuviera hecho. Así nos enteramos que la tradición del ramo no era religiosa, sino pagana, que podría ser incluido dentro de los ritos de la fecundación y su relación con la iglesia únicamente sería la custodia en el interior de los templos, lo que acabaría convirtiendo la tradición en costumbre religiosa.

Dicen los expertos, que el “Ramo Tradicional Leonés, empezó siendo Ramo de Nochebuena o Ramu de Nadal, seguramente fue, en su origen, el Ramo del Fin de Año, es decir el Ramo del Solsticio de Invierno, la multitud de símbolos solares que aún conserva el ramo, así parece confirmarlo”. De ese modo, “en la noche más larga del año se hacía una ofrenda al dios solar para vencer a las tinieblas y pedir que un nuevo año comenzara con la victoria de la luz”.

Una vez hecho el armazón, cada uno procedió a decorarlo según el gusto personal y las nociones aprendidas a lo largo del curso. Teníamos claro –desde que Charo nos informó- que las bolitas de colores y el espumillón estaban prohibidos (por tradición y buen gusto)y que un buen ramo leonés se compone principalmente de puntillas, cintas de colores (mejor las que se utilizan en los adornos del traje regional) y productos de la tierra: manzanas, peras, frutos secos, un adorno vegetal en la parte superior, que recuerde el origen de los ramos y una cuelga de llamativas rosquillas que dará al conjunto un toque típicamente leonés . A los pies del ramo, una cesta llena de castañas, nueces, avellanas y todo lo que la imaginación y el buen gusto nos permita. En mi caso, un libro, un Quijote, corona la obra.

También supimos por Charo, y posteriormente por consultas realizadas en diversas páginas relacionadas con el ramo leonés, que cada vez son más las tiendas e instituciones leonesas que basan su decoración navideña en el ramo leonés. De esta forma, las mercerías, tiendas de ropa, librerías, confiterías, tiendas de alimentación, etc. decoran su ramo con artículos a la venta en su establecimiento, dando así un aspecto único y original al ramo leonés y un reclamo para los posibles clientes.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Imagine Live - John Lennon

Alguien se cruzó en tu vida tal día como hoy y terminó con ella. Tus seguidores te seguimos recordando todos los 8 de diciembre y cada vez que sentimos nostalgia o queremos "imaginar". Afortuandamente nos queda tu música.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Otro año más se adelanta la Navidad


Imagen de Sólo artículos de Navidad

Artículo publicado en Ibañeza.es

Nunca sé si es cuestión de ganas de vender artículos navideños, prisas por parte del cliente por dejar paso a la Navidad antes de tiempo o nostalgia de la anterior que pasó demasiado rápido. El caso es que cada año las fiestas navideñas parecen adelantarse, o mejor dicho, prolongarse en el tiempo uno o dos meses más de lo previsto.

Hace años, empezábamos a notar ese sabor navideño con las primeras nieves -que coincidían con las matanzas-, la decoración multicolor, la lotería y esas primeras tabletas de turrón que las tiendas incitaban a meternos de lleno en la Navidad aunque el calendario se empeñara en seguir su ritmo y hacernos esperar unas semanas más. No esperábamos más de dos o tres semanas hasta que por fin era Navidad.

Desde hace unos años, a primeros de octubre “empieza la Navidad”: las estanterías de las tiendas muestran cientos de variedades de dulces y turrones en todos los sabores, precios y formatos para que todo el mundo encuentre el suyo. Los carteles de las ofertas se empeñan en meternos prisa y hacernos creer que el producto se está terminando. Los escaparates comienzan a mostrar su lado más tierno enfundándose en lazos, paisajes nevados y situaciones que hacen recordar que la Navidad está entre nosotros.

Curiosamente, a mucha gente le ocurre que una especie de rechazo hacia estas fechas tan entrañables le empieza a “carcomer” el alma y hace que cada año sean más los que por una u otra razón “odien” estas fiestas. No es cuestión de tildar a nadie de raro, ni de quitarlas del calendario, pero tal vez alguna dosis menos de Navidad sean mejor el remedio para que sigamos teniendo ese cariño que se merece; una sobredosis de espíritu navideño contribuye al cansancio y las tan deseadas fiestas acabarán convirtiéndose en una ingrata obligación.

No quisiera formar parte de ese –cada vez más extenso- grupo de los que dicen “odiar” la Navidad, pero tanto empacho de villancicos, turrones y decoración navideña en octubre, puede llevarme a sucumbir a la razón de los detractores que no se suben al carro del consumismo, ni de la estupidez enfundada en un saludo generalizado, acompañado de besos falsos y deseos inexistentes que la sociedad “obliga” a repartir.