viernes, 23 de diciembre de 2011

Porque es Navidad


Parece ser que es en Navidad cuando tenemos que ser más solidarios, mejores personas, mejores amigos que el resto del año. .. Es en estas fechas cuando proliferan las felicitaciones esas que van de correo en correo y tienen la virtud de hacer que nos sintamos más queridos, cuantas más tarjetitas nos lleguen. Llamamos a quienes no recordamos el resto del año y tenemos la obligación de hacer un regalo, solo porque es Navidad.
Aunque no quiero caer en el tópico y felicitar las fiestas así, a secas, no me queda más remedio que unirme a esos cientos, miles, millones de personas que en estos días sienten que su vida cambia, solo por ser Navidad. Quiero dejar a un lado la melancolía y mirar de frente a estas fechas en las que se espera que todos participemos en esa comedia para la que nos han designado un papel: el papel de la sonrisa permanente. El papel de la hipocresía cuando felicitamos por la calle a nuestro peor enemigo –porque es Navidad-.
Al final he de reconocer que algo me gustan las navidades y no quiero dejar para mañana esto que estoy haciendo en estos momentos, porque mis amigos no se merecen una No-felicitación por mi parte. Mañana disfrutaré del momento con las personas que más quiero y a todos vosotros quiero desearos lo mejor para estos días; porque es Navidad.
Esta noche esperaré con los ojos cerrados que alguno de los deseos que escondo en mi pensamiento se realice, porque a mí también me gusta soñar y, como le acabo de decir a un amigo, yo también “miraré a los ojos a ese personaje, con el que llevo soñando mucho tiempo y aprovecharé para pedirle eso que me quita el sueño” porque es Navidad.

Feliz Navidad a todos los que os pasáis por aquí en alguna ocasión.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Tranquilas, la princesa también se equivoca


Imagen de fashionismyprofession.blogspot.com
Artículo publicado en Ibañeza.es
Mucho se especula sobre los cánones marcados por el protocolo a la hora de asistir a actos públicos, el buen gusto y los colores o determinadas prendas de vestir que, tanto por exceso como por defecto, indican la vulgaridad de quien piensa que todo vale y aquella frase de “aquí me conocen todos” que ministros, consortes de mandatarios o miembros de casas reales, tienen que pasar por la censura de los expertos en más de una ocasión y éstos no son nada benevolentes a la hora de hacer sonrojar a la princesa por desafiar al protocolo o repetir modelo.

Las instituciones, sean de la índole que sean, merecen un respeto y cualquier personaje al que vayamos a saludar enfundados en el traje equivocado, se merece un respeto que no estamos ofreciendo. Es por eso que han hecho su aparición en nuestras vidas los estilistas, los asesores de imagen, los expertos en protocolo, los personajes del colorín y todos aquellos que nos puedan dar una pista que seguir para dar en el clavo en cada uno de los eventos a frecuentar. El resto lo pone el interesado donde, como y cuando puede…

Hay quien piensa que con un traje completo ya tiene para cuantos eventos tenga en su vida, sin tener en cuenta que no es lo mismo una boda de tarde que una de mañana y que no es lo mismo ser la madrina, la madre de la novia, la amiga, la hermana o la invitada de compromiso; parece una tontería, pero hay que ojear unas cuantas revistas más para conocer los secretos de este mundillo y evitar seguir metiendo la pata. Así tendremos algo de qué hablar y las revistas seguirán criticando a la princesa o a la ministra otra vez más por no haber sabido estar a la altura.

Los diseñadores caros cambian trajes por dinero y, quien tiene disponibilidad económica para comprar uno de esos atuendos que nos pueda convertir en princesas, debería invertir en un buen espejo -seguramente más barato que el traje de firma- y le dé el uso que precisa para dar el toque final al conjunto, que no suele estar incluido en el lote, aunque se respeten las “normas” al cien por cien; el buen gusto, el glamour y el estilo suelen adquirirse aparte.

Pero es tan fácil como mirar alrededor, tomar nota mental de todo lo que quien sabe más que nosotros nos enseña y copiar, que aunque quede feo, hay veces que no se nota. Sin embargo, hay que mantener las ideas propias y el estilo personal siempre por encima, porque hay mucha famosa y aristócrata con dinero, estilistas y amigos diseñadores, que parece que las vistió el enemigo; nada mejor que el propio espejo para formular un veredicto justo.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Para el colon y el paladar, alubias de La Bañeza


Imagen de elnortedecastilla.es

Artículo publicado en Ibañeza.es

Nada que añadir a lo que ya dijo Polo Fuertes ni al artículo que escribió hace unos días Charo Martínez, pero si el tema de estas fechas ha de ser un homenaje a la legumbre estrella de nuestra comarca, habrá que pedir consejo al paladar y dejarse llevar por el momento de la degustación, que suele ser el mejor. Nada nuevo -como cada año- con un notable alto o rozando el sobresaliente. Queriendo quedar bien, se podría decir que mejoran cada año, porque en realidad así es gracias a los profesionales de la cocina que se encargan de su elaboración.


El caso es que si una vez hechos los parabienes termino, se me queda muy corto el artículo. Por eso, teniendo en cuenta las palabras de Teodoro Martínez en el salón de plenos acerca de los componentes que previenen el cáncer de colon y que solo posee la alubia de La Bañeza, no queda otra opción que alabar a nuestra legumbre y criticar a todas las demás que algunos envasadores pretenden hacer pasar por bañezanas sin serlo. Aunque bien es verdad que el envase lo pone, el origen stá tan escondido que para la gente mayor o los que andan con prisa la leyenda puede pasar desapercibida.

El caso es que siendo tan defensores de lo nuestro como somos, o como presumimos ser, deberíamos exigir que con el nombre de La Bañeza no se envasen esas alubias que confunden al consumidor y -como escribí en otro artículo hace años y en otro medio de comunicación- “nos den gato por liebre”. No digo que nos engañen con el título, sino que los empresarios del sector hagan todo lo posible por marcar esas diferencias en lugar de disimularlas; así nuestro colon y nuestro paladar podrán gozar del privilegio que les corresponde por “vivir” en la tierra de la IGP de la alubia de La Bañeza, ¡qué menos!

Cómo cambiaría el cuento si hiciéramos las cosas bien. Llorente, como buen agricultor antes que político, afirmaba que habría que potenciar el sector primario. A partir de ahí el campo podría ser competitivo y la gran cantidad de productos que tenemos al alcance de la mano ocuparían ese primer puesto que se merecen, ayudando con ello a hacer frente a la crisis. Si quienes están a nuestro alrededor triunfan, triunfamos todos y si ayudamos al campo, podremos comer mucho mejor.

Lo de casa siempre ha sido lo mejor, aunque tengan que venir de lejos a darnos la razón. Las alubias de La Bañeza, si cada año ganan adeptos –incluso en los fogones de Cuéntame, con la televisiva ‘Paquita’ como cocinera en nuestra plaza Mayor- algo tendrán; y las importadas, esas que intentan a toda costa hacerse pasar por bañezanas, también tienen algo distinto. Pieles duras e indigestas, peor color, peor sabor, el caldo… aunque nada que ver y el precio; y es que, a pesar de ser más baratas, la crisis y todo lo que ustedes quieran, yo creo que cumplen a la perfección el dicho aquel de “lo barato sale caro”.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Delicias del campo y el susto de la vuelta al cole


Imagen de ahorrodiario.com

Texto publicado en Ibañeza.es

Lejos quedan las vacaciones distintas a las de este año. La costa y los destinos exóticos se han cambiado por las tranquilas vacaciones a la orilla del río, a la sombra de cualquier álamo leonés o en la casa familiar donde, además de la estancia gratuita, uno se asegura el maletero lleno de delicias del campo, de propinas para los niños y de fotos campestres que permitan seguir presumiendo ante los conocidos de otra nueva variedad en vacaciones: las de turismo de interior. Para variar de tanta playa…


Pero llega septiembre y toca quitarse la careta estival y volver a coger la calculadora que nos permita multiplicar los duros por dos, o por tres para llegar a fin de mes, mientras que las cifras de la vuelta al cole nos vuelven a quitar el sueño. Si los números que cada año hacen públicos los medios de comunicación son ciertos y cada familia tiene que hacer frente a esos gastos que supone el equipamiento de uno, dos, tres hijos, no les quedará para comer ni siquiera el pan mojado en leche de la vaca que merendaban sus abuelas.

Menos mal que esas cifras están engordadas lo suficiente para llamar la atención y a la hora de la verdad son elevadas, pero no tanto. El asunto es que en un momento en el que se habla de recortes y de austeridad, quedan cabos sueltos y, en el caso de la vuelta al cole, la suma de todo lo necesario para comenzar el curso siempre se dispara. Tal vez si esos libros que solo valen para un niño los pudieran reutilizar los hermanos, el gasto familiar sería menor y el susto que cada año se llevan los padres al ver el telediario no sería tan gordo.

O tal vez esas cifras hayan sido extraídas del gasto en material escolar de una familia de clase alta que lleva a sus hijos a un colegio caro, con un uniforme de marca y con unas matriculas de las que quitan el sueño. Pero si el español de a pie, que compra el uniforme en la tienda del barrio y lleva a sus hijos a un colegio público, quizás, por mucho que se gaste 200 euros en libros y otros 300 entre material escolar y ropa, aprovechando algo del año anterior, no se llega ni con mucho a los más de 1.000 con los que la televisión nos corta la respiración cada vez que llega septiembre enfundado en forma de “vuelta al cole”.

A veces es cuestión de organizarse, de ser inteligentes y de buscar las buenas ofertas, que siempre las hay. Otras veces hay que aprovechar el jersey del año anterior o adquirir aquellos bolígrafos con los que más de uno aprendimos a escribir en lugar de esos ejemplares apoteósicos que no hay por donde agarrarlos. O también cabe la posibilidad de que haber hecho caso a aquel anuncio que solicitaba un/a camarero/a para los fines de semana y probar esa sensación de ver los bares desde otra perspectiva no hubiera sido mala idea…

viernes, 9 de septiembre de 2011

La mierda de los perros, que se la lleven sus dueños


Artículo publicado en Ibañeza.es

Imagen de Perrosamigos.com

Como faltan unos meses para el entierro de la sardina y el problema ha sobrevivido a las coplas que alguien escribió para uno de sus cuadernillos, al tema que La Charra incluye en su último disco y al artículo que Polo Fuertes escribió hace unos meses en este mismo lugar, creo que es momento de volver a incidir en ello. Ante todo, respeto a los perros y a los dueños, aunque no me hagan nada de gracia los ‘recaditos’ que unos y otros dejan en la vía pública con más frecuencia de la considerada como un simple descuido.


No hay día que no me encuentre con la labor de sortear algún resto canino que el dueño del perro ha tenido a bien dejar en medio de la acera porque –entiendo- le da asco cogerlo con la mano y depositarlo en una papelera o contenedor, meterlo en el bolsillo y llevárselo a su casa o lo que sea. A mí también me lo daría, sinceramente, pero tal vez por eso no tengo perro. Del mismo modo, no me apetece oler, pisar ni llevarme a mi casa en el zapato los excrementos del perro del vecino que se dejó esparcidos por la acera.

Muchos pasean el perro hacia zonas ‘alejadas’ del casco urbano, donde hay hierba y mientras los perros hacen sus necesidades se fuman un cigarro, se hacen los despistados, miran para el otro lado y guardan la bolsa para otra ocasión en la que algún ojo indiscreto haya tomado nota mental de su proeza; pero algunas veces los ojos indiscretos están en las alturas y relatan la situación de forma verídica.

A otros, menos campestres y más urbanitas, lo que les gusta es pasear al perrito por calles más céntricas, pero el bicho no entiende de lugares finos y deposita sus excrementos en medio de la acera como su naturaleza perruna le consiente. La situación es la misma: mirada a uno y otro lado y si no hay testigos… a la fuga. Eso sí, siempre con la bolsita en la mano o atada a la correa como exigen las normas, aunque las calles evidencien constantemente la realidad de su uso.

Tal vez si esa ordenanza se usara algo más evitaríamos oír comentarios tildando de ‘despreocupados’ a los concejales o de ‘vagos’ a los trabajadores del servicio de limpieza. Si las multas por incumplimiento de estas normas trascendieran al público, quizás, no tendríamos las calles tan sucias y esta columna de una ex concejala algo picajosa se habría centrado en cosas más banales como la belleza de los jardines o en algún tema de las pasadas fiestas.

domingo, 31 de julio de 2011

Recuerdos sin polvo


Imagen de Embelezzia.com

Hace tiempo, en una reunión en la que estábamos diez o doce mujeres, salió el tema de: “me lo trajo alguien de…” y todas más o menos sacamos a relucir aquello gracioso, útil, original o simbólico que nos habían traído de… en referencia a nuestros regalos, aquellos que recordábamos con más cariño o que nos habían hecho un efecto digno de guardar en el espacio de la memoria reservado a las cosas “inolvidables”.

No faltaron los típicos detalles esos que hay repartidos por todos los puntos del mundo, con leyendas desgastadas que nos animan a comprar, como la camiseta que dice: “mi abuelito que me quiere mucho me trajo esta camiseta de (…)” o los platos aquellos que en la década de los 80 se almacenaban en todas las casas con la única diferencia de la ciudad de origen. Por descontado que en aquella conversación salió a relucir la pareja formada por la sevillana y el torero procedentes de Andalucía y con destino a la parte de arriba del televisor del salón y, por cierto, hay horteras en muchas casas…

Pero lo que más me llamó la atención, fue la aportación de una de ellas que dijo que siempre decía a los suyos que le trajeran “algo de comer”, que ya estaba harta de limpiar el polvo. Unos bombones, unos pasteles, unos mariscos, unos embutidos… Inmediatamente copié la idea y desde entonces cuando voy a algún sitio traigo de “recuerdo” algo de comer, algo de beber, algo que no dé trabajo ni haya que limpiar.

Cuando viajo y he de comprar un recuerdo me acuerdo de aquella conversación y lo elijo en la sección gastronómica, siempre que haya alguna cosa que me llame la atención y me haya cautivado el paladar. Por cierto, en la última etapa del Camino de Santiago, vi a un japonés que llevaba una caja de mantecadas; tal vez le había pasado lo mismo que a mí, que le gustan más los recuerdos sin polvo.

lunes, 9 de mayo de 2011

Echaré de menos la revista Súper Pop


Cuántos ratos compartidos con ella, cuántas fotos y adhesivos adornaron mis carpetas adolescentes, cuántos suspiros por aquellos cantantes guapos, que en las fotos de mi revista favorita lo eran todavía más. Pasaron los años, cambiaron las modas y dejé de comprar aquella revista, pero al conocer que se dejará de hacer en papel, es como si una parte de mi juventud se quedara en el olvido.

Es verdad que las NNTT han venido arrasando y los de 40 nos hemos tenido que poner al día para no resultar carcas ni pertenecer al pasado. Quienes me conocéis sabéis que es verdad que tengo dos blogs desde hace más de tres años, que me paso muchas horas en el Facebook y que colaboro con un periódico digital pero, al enterarme de la noticia, he sentido una pizca de añoranza por aquella revista de papel que hace más de 20 años dejé de comprar.

Es verdad que los cantantes que salen en ella ya no son mis favoritos y que, como yo, han hecho otras fans y poco a poco el mercado se ha ido reduciendo; al mismo tiempo que las ediciones digitales van cogiendo fuerza en detrimento de las de papel. Es verdad que la crisis se ha cobrado más de una publicación, pero Súper Pop…, aquella revista de mi juventud…, la echaré de menos. Estoy segura.

jueves, 21 de abril de 2011

Imágenes perdidas en fotos amarillentas


Artículo publicado en la Revista Pasión Nazarena 2011

Apenas unas cuantas fotos, amarillentas por el paso del tiempo, son testigo de quienes nos precedieron en la inestimable labor de acompañar a nuestros pasos en la semana de Pasión. Cientos de imágenes demuestran el fervor por la tradición ‘semanasantera’, lo que indica que, desde siempre, se dedica a esta celebración la atención que se merece. Son esas imágenes las que dan testimonio de la importancia que desde antaño han tenido estas costumbres; algunas, atesoradas en viejos álbumes con el encanto añadido de los años acumulados cuando todo parecía diferente, otras perdidas en algún cajón de quien no las ha sabido valorar o no las ha querido compartir.

Las fotos, en ocasiones, se convierten en el único testigo del paso del tiempo y de las costumbres de la época que muestran; son las encargadas de hacer historia cuando la tradición oral encuentra lagunas en la memoria o tergiversan voluntaria o involuntariamente los hechos. Las fotos, antiguamente escasas por su dificultad de conseguir, constituyen un legado no siempre valorado y un tesoro para quien tiene la suerte de conservarlas. Esas fotos que ahora decoran páginas de libros, también dan cuenta de las costumbres y tradiciones de una época pasada y siempre nos llaman la atención por el encanto y la historia que desprenden las instantáneas.

Hoy todos hacemos cientos de fotos cada día, incluida la Semana Santa, gracias a la tecnología que ha provisto de una pequeña cámara de usuario incluso en los teléfonos móviles más básicos. Así, muchas veces, sin pensar en el fervor religioso que muchos de los que acompañan al cortejo manifiestan, nos colamos entre la gente, levantando ambas manos, con el fin de conseguir una foto o vídeo de la procesión sin pararnos a pensar nada más que en nuestro afán por subir al perfil de nuestra red social favorita alguna muestra que deje constancia tanto la presencia en el lugar como la pericia fotográfica.

Las comparaciones son odiosas y el tiempo se encarga de reafirmarlo. Por eso, aunque hemos ganado mucho tecnológicamente hablando, hemos dejado a un lado nuestros valores fundamentales y las costumbres que adquirimos en la España en blanco y negro. Aquella época que mencionaba al principio del artículo ya se ha olvidado y quienes intentan estar por encima y sacar la mejor foto, no se dan cuenta que muchas veces molestan a una persona que, desde el silencio, eleva una plegaria.

Muchas veces, cada vez más, hay quienes se apuntan a ese papel social o turístico de la Semana Santa, en la que lo más importante es sacar miles de instantáneas para enseñar a sus allegados un extenso reportaje de las vacaciones de interior. Sin embargo, aunque está de moda desvincular todo lo que acontece en torno a las fechas de Semana Santa de lo religioso, por mucho que cambien las cosas, el origen de estas fiestas, lo que se celebra y quienes se encargan de mantenerlo siempre tendrán algún vínculo con la fe.

jueves, 3 de marzo de 2011

Preparando el carnaval


En días previos al carnaval; días de retales, patrones y tijeras, una se plantea la posibilidad de meterse en la piel de cualquier personaje sacado de cualquier chistera, para recorrer las calles de su ciudad al ritmo de las charangas carnavaleras. Por unos momentos se me pasa por la cabeza el coger los bártulos costureriles y ponerme a confeccionar un disfraz que esconda por unas horas aquello que soy el resto del año.
Brujas, piratas, animales salvajes, políticos, ladrones de guante blanco o negro, personajillos más o menos conocidos son los muchos que estos días abundan en las improvisadas salas de costura de la mayoría de las casas de la ciudad. Bajo la batuta de la modista y aflorando poco a poco de debajo del prensatelas, aparece la otra cara, el disfraz bajo el cual nos dejaremos ver en las noches carnavaleras.
No siempre busca uno el disfraz adecuado, digamos la horma de su zapato, dicho en plan sabio refranero español, aunque casi siempre nuestras preferencias pasan por aquello que nos gustaría ser. A veces se nos cuela lo que queremos esconder, que intenta salir a flote a cualquier precio, pero lo que siempre conseguimos es cambiar de personaje. Cada año la lucha por parecer otro, se vuelve más tenaz y las formas de conseguirlo, aunque sólo sea por unas horas, siempre pasa por las manos de la modista y la maquilladora que harán de un personaje anodino, un triunfador.
A los que nos gusta ir con la cara por delante, no solemos necesitar más careta que la que ya tenemos bastante vista, nos solemos apañar con la de diario. En ese caso, una visita a la mercería en busca de una nueva goma que nos permita seguir llevándola con dignidad el resto del año, será suficiente para seguir dentro del papel que nos gusta representar: el papel de “yo soy yo”, el papel de “me gusta ser como soy”

viernes, 11 de febrero de 2011

Día del amor


Santos, santos y más santos pueblan el calendario. Unos, abogados de los mil y un casos de enfermedad o desgracia. Otros mártires, patronos o ejecutores de alguna proeza. A san Valentín le han encomendado ser el Dios del Amor. No está mal la tarea que le toca a este santo; al menos en ese día siempre hay buen rollito. No encontraremos muchas parejas que ese día no se quieran, se adoren, se regalen, se inviten a cenar y se hagan “los deberes” un poco mejor que otros días.
Algunos, pasado San Valentín vuelven a las andadas y se olvidan de que hace apenas unas horas bebían los vientos por la persona de la que están más o menos enamorados. Otros hacen un regalo a la pareja al ver las vitrinas de las tiendas de regalos, de joyas o de flores luciendo unos enormes cartelones invitando a comprar un regalo en el que el precio definirá la cantidad y calidad del amor.
¡Pobre del marido o novio que llegue a casa sin un regalo! Y lo que es peor, el marido estrujándose las meninges en buscar algo chuli, y va ella, desencantada y le dice: “¡Vaya mierda de regalo!, a fulanita su marido le regaló un visón o un pedrusco” y el pobre marido encima esa noche “a dos velas”.
Al final, el cometido de este santo que pretende que todos nos queramos mucho, se limita a ser un decorado ejemplar en las tiendas del ramo, un regalo al gusto de la dama, una cena con velitas y un polvo creativo. Yo me pregunto: ¿Qué pasa el resto del año?, ¿las parejas se siguen queriendo igual que en esta fecha en la que los cánones consumistas nos imponen el amor?, ¿los maridos que maltratan a sus parejas, le regalarán algo por san Valentín, antes de maltratarlas, o después?
Para San Valentín me pido uno como el de la foto. Quienes me conocen lo saben y los que me conocéis por el blog, lo empezáis a intuir… Lo mejor de la vida no cuesta dinero. No hace falta medir el amor, la amistad, el cariño… por el precio o el tamaño del regalo. Que San Valentín no nos confunda y nos coloque a uno detallista y con dinero; es mejor uno que nos quiera de verdad, aunque su economía sólo le permita regalarnos una flor.

sábado, 22 de enero de 2011

Ansias de volar; el sueño de un corazón de golondrina


Un día me apeteció volar con esta golondrina que me encontré en ese camino literario que ambas compartimos. Desde la primera a la última página pude soñar, era lo que ella pretendía al poner en las manos de sus lectores este libro.

Reseña sobre el poemario de Inocencia Montes
"Corazón de golondrina" (Recomendado)

Recordando una vieja canción, casi un himno a la libertad, encuentro unas palabras que me sirven de introducción para meterme de lleno en los pliegues de un libro atiborrado de amor, de sueños compartidos y a veces abandonados, de ansias de volar. Corazón de golondrina atrapa los instantes compartidos entre ese deseo de libertad, la nostalgia y la melancolía que envuelve cada uno de los versos en los que Inocencia Montes intenta descubrir los sueños de las mariposas.

Algunos poemas dejan entrever el recuerdo de un profundo amor, mezclados con nostalgia del pueblo, de la infancia, la relación con personas queridas, en particular ese abuelo encargado de “mecer su cuna para que soñara”… Y soñó. Soñó con ser una golondrina provista de alas que le permitieran escapar allí donde vuelan las aves que cada tarde veía volar como locas, en todas direcciones. Esas golondrinas que en las alas llevaban tatuados los recuerdos del pueblo, el tañido de las campanas, los aromas de las primaveras lejanas y los retazos de su vida.

Inocencia Montes, pseudónimo tras el que se esconde la autora, adopta un nombre muy querido para ella para adentrarse en el mundo de la lírica, por la nostalgia del tiempo pasado, por su infancia vivida en el lugar donde no existe la prisa, mientras desgrana en las páginas del libro multitud de imágenes atesoradas en su corazón; un tributo a personas que de una u otra forma, marcaron su vida, de instantes compartidos, de caminos que han quedado atrás, de un rompecabezas que se está encajando en cada verso, de ansias de volar. Publicado en Ibañeza.es

sábado, 1 de enero de 2011

Algunos de mis temas favoritos

Ayer me pegué un atracón de música ochentera y hoy me ha dado por comenzar el año haciendo un homenaje a aquellos ídolos que atesoraba en mi juventud. Alaska siempre me llamó la atención por sus pelos, por sus uñas, por esa voz rasgada, por su estilo que me parecía alucinante.


Barón Rojo, otro de los grandes en mi lista de éxitos. Cuando iba a Las Vegas (sala de juegos donde pasaba algunas horas), siempre tenía un duro disponible para hacer sonar estos acordes y acompañar con una guitarra imaginaria alguno de los temas que componían aquel Volúmen brutal.

Radio Futura fue otro de mis grupos favoritos y nunca entendí que se disolviera, ni que Santi Auserón dejara de cantar, a mí que me gustan las voces como la suya, sus letras, su ritmo... en fin, supongo que son cosas que pasan.

Miguel Ríos. Siempre dije que la única música andaluza que me gustaba era la suya... Cosas de adolescente, supongo. Hoy, con 40 sigo diciendo lo mismo; bueno, corrijo. También me gusta Joaquín Sabina. Lo que está claro es que lo mio es el rock y los ritmos trepidantes.

No son todos los temas que me gustan, ni tan siquiera una buena selección de canciones favoritas; digamos que de una forma u otra han formado parte de mi vida y me ha apetecido comenzar el año haciendo un pequeño homenaje a los "grandes" de mi vida.