viernes, 10 de abril de 2015

Sigo aquí, con el mismo café, con la misma historia

Imagen de imagui.com
Cuando hoy hace dos años prometí en mi página de Facebook que volvería a dar vida a este viejo rincón en el que pasé muchos ratos dando rienda suelta a mis palabras, sentimientos y esos pensamientos que no me apetecía guardarme sólo para mí, lo hice decidida a cumplir con mi promesa, y lo he hecho sólo a medias. De vez en cuando comparto alguno de los artículos que publico en el periódico digital Ibañeza.es o alguna otra cosilla cuando recuerdo que tengo este rincón en el que seguir compartiendo mis cosas; seguro que alguien se pasa por aquí y se detiene un rato a leer esas cosas que cuento.
Y esta mañana, cuando entré en el Facebook, me llegó un mensaje diciendo que tenía “cosas para recordar”, o algo así. El caso es que ahora –desde hace unos días- la red social nos avisa de lo que hicimos o compartimos “un día como hoy”; una especie de hemeroteca particular para volver a revivir algunos momentos y, precisamente, mi recuerdo de hoy fue esa promesa que hice -hace dos años, junto con el enlace a este blog- de volver a hacer de él mi paño de lágrimas, mi cuaderno de viaje, o mi confidente al que le puedo contar casi cualquier cosa.

Así que aquí estoy de nuevo, con la misma pluma, con el mismo café y con la osadía de manchar papel con unas cuantas palabras y seguir diciendo –una vez más- que trataré de pasar más a menudo por aquí, de seguir contando historias o, simplemente a decir que sigo aquí, al otro lado de la pantalla. Quizás ahora mismo no tenga demasiadas cosas que contar, porque mi mente no pasa por su mejor momento, pero espero que haya mejores días y mejores momentos y mejores historias…

martes, 31 de marzo de 2015

sábado, 21 de febrero de 2015

La esencia del carnaval es ser bañezano

Con el paso de los años y los carnavales vividos en La Bañeza he descubierto la clave del éxito del carnaval bañezano, ese éxito que hace que año tras año triunfe, siga sorprendiendo y sobresalga por encima de los demás; que no conozca la crisis, y que cada día, cada rincón y cada carnavalero muestre un retazo de que la esencia de “ese nosequé” que hay más allá del carnaval está aquí, en La Bañeza, mientras que desfiles, carrozas, comparsas y disfraces comprados hay en muchas ciudades.
En La Bañeza hay algo que otros no tienen: la esencia del carnaval. Hace años, cuando estaba prohibido y había que camuflarlo con el título de ‘Fiestas de invierno’, eran muchos los que escapaban de la autoridad y se pasaban las normas por alto para correr el carnaval; nombres en mayúsculas como el de La Charra, Kike Java, Nuri, Polo Fuertes, Olimpia, Encarna, son los que me vienen ahora mismo a la mente como ‘maestros’ de esta nueva hornada que ha cogido el testigo y prometen tener cuerda para rato.
O estos otros, con tantas –o más– mayúsculas, como Sergio, Fernando, Toño ‘Taba’, Jose Bécares, Posada, Nano, Toño Moratinos, Montse y muchos más que se me olvidan, que cuentan con más medios para llevarlo más lejos, mientras preparan media docena de personajes por edición con los que recorren las calles de La Bañeza. Familias al completo, como la de Olimpia, Taba, y otras muchas cuyos miembros –juntos o por separado– enseñan a bañezanos y forasteros qué es eso que tiene el carnaval de La Bañeza para haber conseguido una declaración de Interés Turístico Nacional, sin dar premios y sin aprender pasos de baile para crear una coreografía con la que llamar la atención en el desfile.
El bañezano no se disfraza para competir por un premio, porque a diferencia de otros carnavales –que quieren, pero no pueden– aquí no hay premios que constituyan su mayor atractivo. El bañezano lo hereda, lo mama, lo vive y lo demuestra cada año con esa retahíla de personajes que a lo largo del año van ideando y dando vida o que de repente improvisan abriendo el baúl donde están descansado todos esos personajes y, con unos pocos accesorios y un folio con una breve aclaración, se convierten en eso que a nadie se le había ocurrido transformar en un disfraz.
El carnavalero de La Bañeza trata de sorprender, de ser original, de llenar el centro de la ciudad de parodias y de meterse en el papel por unas horas mientras que está pensando ya en otro personaje para el día siguiente, ya que tanto el personaje, como el papel a representar nada tiene que ver con el anterior. Pero, atención a los copiones –que en todas partes y todos los ámbitos sobran– lamento decirles que el Carnaval de La Bañeza no admite imitaciones. Es genético, se nace con él, se lleva en las venas. La Bañeza tiene ese “nosequé” que lo hace único, inimitable.

viernes, 13 de febrero de 2015

Carnaval de La Bañeza (León)


Imagen de www.facebook.com/pages/Ibañezaes
Casi, casi, casi está aquí el carnaval más esperado de la provincia, y en Ibañeza.es ya nos hemos puesto manos a la obra para celebrarlo como se merece: por todo lo alto. Esta tarde arrancamos metidos entre antifaces, lentejuelas de colores y los mil y un personajes que durante estos días invadirán las calles de La Bañeza. Un año más, compartiremos con todos nuestros amigos y lectores todos los detalles de la mascarada. Nos vemos por ahí, detrás de un antifaz.

viernes, 6 de febrero de 2015

Hartazgo y deseo

Los periódicos provinciales hablan del “peor temporal de los últimos 25 años”, porque la nieve ha complicado hasta lo indecible la vida de muchas personas, llegando a ser un problema serio, fuera de las pistas de esquí o en los tejados a los que adorna y confiere un aspecto único, pero debajo de las ruedas del coche ya no es tan bonita. Y es que la nieve, en ocasiones muy deseada, cansa rápido.
En mi caso, me gusta verla desde la ventana mientras imagino alguna historia que contar, pasear bajo los copos que caen lentamente, hacer fotos o jugar un rato con ella. Pero no me gusta que forme parte de mi vida y me la complique en esos momentos en los que tengo que coger el coche o hacer algo; esos momentos en los que no me apetece estar a su lado.

Así, a veces, se convierte en algo deseado por quienes apenas pueden disfrutarla. En La Bañeza, ciudad donde vivo al sur de León, apenas se ha dejado notar su presencia más allá de unos pocos copos que desaparecen al tomar contacto con el suelo; pero cuando una provincia se encuentra en alerta y los servicios de emergencia están colapsados, las carreteras cortadas, el tráfico ferroviario suspendido y hay personas atrapadas por ella… llega a convertirse en algo no tan querido.

martes, 6 de enero de 2015

Roscón de Reyes, con nata, crema y mucha imaginación

Imagen de http://srlegua.com/Blog/wp-content/uploads/2013/01/Roscón-de-Reyes.jpg
Artículo publicado en Ibañeza.es
Lo que tengo claro, desde hace unos cuantos años que vivo aquí, es que la imaginación de los bañezanos no tiene límites; quien no me crea que eche un vistazo a nuestra fiesta más popular -el carnaval- y verá que no exagero. Pero hoy no voy a hablar de caretas ni disfraces, que para hablar del carnaval nos quedan muchos días y todavía hemos de quemar los últimos cartuchos de la Navidad que, aunque están tocando a su fin, todavía le quedan algunos coletazos.
Decía que la imaginación de los bañezanos no tiene límites, y es que al filo de la fama merecida que ha adquirido el roscón de Reyes en todos los rincones de España, nadie quiere quedarse sin probar uno de esos roscones con apellido bañezano que cruzan todas las fronteras gracias al boca a boca, a la repercusión mediática y a ese deseo de ser el ganador del atractivo premio que contiene. Es mencionar la palabra ‘roscón’, y da igual que sea de nata que de crema; enseguida se piensa en La Bañeza, aunque estos días los hagan en las confiterías de toda España y la receta sea la misma o similar.
Pero cada confitero tiene su truquillo y en La Bañeza todos tienen esa idea original para llamar la atención del consumidor, así en cada establecimiento que fabrica el típico dulce navideño entre sus ingredientes queda un lugar para la imaginación para ofrecer cada año a sus clientes suficientes razones para adquirir el suyo y no el de otra firma comercial. Y saben que el cliente, siempre sobrado de inteligencia, tiene sus gustos, razones o manías y la libertad de elegir el rosco que se llevará para su casa.
Y es que, como clientes hay de todos los gustos, llegar a todos no es tarea fácil. Unos se dejan guiar por el más llamativo – económicamente hablando- y apuestan por la tradición al tiempo que sueñan con ser poseedores del suculento vale de los 6.000 euros. Otros, seducidos por la magia de su eslogan –ese que dice que es el más rico del mundo-, prefieren esquivar las colas y apostar por un roscón con figurita de las de toda la vida y que el único premio sea la calidad empleada en la materia prima, además de un atractivo descuento en la compra.
Pero La Bañeza en estas fechas se convierte cada año en el punto de referencia en roscones. Hay maestros confiteros que pasan más desapercibidos aunque de sus obradores también salen roscones de gran calidad, quizás porque se solidarizan con los más necesitados, por ser un claro ejemplo de apuesta por la perfección sin más incentivo que la demostrada en los años de experiencia, otros con vales para canjear en establecimientos de la ciudad y apoyo al comercio local o escondiendo vales de jamones entre la masa.
La cuestión es que en La Bañeza cualquier idea es posible a la hora de incentivar las ventas y seducir al cliente indeciso y, cuando de roscones de Reyes se trata, está demostrado que la iniciativa la llevan los empresarios bañezanos, que no hay nada que se les ponga por delante. Sólo tienen que repartirse la clientela -cada vez mayor- y hacer de su roscón o de cualquier otro artículo ese objeto de deseo del cliente indeciso. ¿Cómo? A los empresarios bañezanos les sobra imaginación para llegar al cliente; y para hacer que se quede, para siempre.

jueves, 1 de enero de 2015

La nieve, la ilusión y la magia de la Navidad

Imagen de Imagenespedia.com
(Cuento de Navidad) Publicado en Ibañeza.es
María, como todos los niños de su colegio, les había escrito la carta a los Reyes; esa que repartía el paje de su tienda favorita al salir de clase, incluso se había sentado en las rodillas de Papá Noel y le había dicho al oído que este año no quería juguetes, sino leche y comida para su hermanito pequeño y una gran nevada para retenerla en su retina y jugar con su papá haciendo muñecos de nieve. Le había hecho prometer que los juguetes se los llevaría a otros niños que no tuvieran, porque ella no los necesitaba.
Sospechaba que este año tanto Papá Noel, como los Reyes Magos no pasarían por su casa porque no había pedido nada y como había oído algo sobre la procedencia de los regalos, era prudente a la hora de soñar. Su padre llevaba sin trabajar casi dos años y, dada la situación económica por la que estaba atravesando su familia no podría esperar regalos, aunque nada le impedía soñar con las muñecas más llamativas del catálogo y con algunos de los juguetes que veía cada día al ir al colegio en la juguetería.
-Este año la Navidad será distinta- se decía a sí misma María una y otra vez. Desde su sentido común, conocía la situación familiar como una persona mayor y sólo podía pensar en la trágica situación que se estaba haciendo demasiado larga, pero su mente de nueve años, la invitaba constantemente a soñar con la magia de la Navidad, ilusionarse y quedarse mirando cada día el escaparate de la tienda de juguetes, como lo haría cualquier niña de su edad.
-No podré dejarle leche a los camellos, ni turrones a los Reyes, ni me levantaré mañana corriendo esperando encontrar algún regalo bajo el árbol- pensaba María, limpiándose una lágrima que resbalaba por su mejilla. Su madre la miraba desde la cocina, mientras hacía unos tediosos arreglos de costura por unos pocos euros y pensaba en “algo” para poder hacerle un muñeco de trapo, o una fofucha de esas tan bonitas. –Si tuviera internet, podría encontrar algún DIY para quitarle esa melancolía del rostro y darle una sorpresa- pensaba, pero no puede ser, y no se me ocurre nada.
La mañana de Navidad María se despertó temprano y se asomó a la ventana para ver si había nevado, -era el regalo que había pedido esta Navidad-, y una gran sonrisa iluminó su rostro cuando vio un gran manto blanco sobre los tejados. Ahí estaba su regalo: jugar en la calle, construir un muñeco de nieve gigante con la ayuda de su padre y organizar una batalla de bolas de nieve y patinar y, y, y… De pronto se fijó en una caja que había en la entrada de casa, la rodeó con sus brazos y no pudo contener las lágrimas al ver, dentro de la caja, la muñeca del escaparate.
-La magia de la Navidad- pensó María y salió a la calle, feliz, con su muñeca fijándose en las huellas de unas botas marcadas en la nieve. Pensó que había sido Papá Noel quien, contra sus sospechas, había visitado su casa como cada Navidad, decidió seguir el rastro de las pisadas para ver dónde se dirigían, y llegó a la tienda de juguetes justo en el momento en que Elena y Jose, los dueños de la tienda, se quitaban las barbas y la vestimenta roja para dirigirse a su casa. Ya no le quedaba ninguna duda. Era demasiado evidente que ellos habían dejado la muñeca en casa poco antes del amanecer; por si a Papá Noel no le daba tiempo.