viernes, 23 de abril de 2010

Libros que esconden historias

Imagen de bartleby.blogsome.com
Hoy, con motivo del día del libro, algo nos impulsa a salir corriendo a comprar un libro. Tal vez sea por seguir una tradición o porque en Castilla y León estamos de fiesta y la disculpa para salir de casa sea exclusivamente esa: comprar un libro y sumergirnos entre sus páginas para ser partícipes de batallas y aventuras o cortejadas por el príncipe guapo –nunca se sabe-.
La tarde amenaza lluvia y la televisión mejor apagada –como casi siempre- así la oferta más apetecible es esa: un café, un sofá y un buen libro. Por mi mente desfilan unos cuantos títulos aunque sea imposible meterles mano a todos a la vez, por eso los colocaré en fila mental y poco a poco iré dedicándoles a cada uno de los que ya tengo y de los que tengo intención de comprar en las próximas fechas, para disfrutar de cada una de las aventuras y avatares que en él surjan y así dar rienda suelta a mi imaginación o argumento para seguir manchando papeles digitales con mis deliberaciones blogueriles.
Escribía hace un rato que en el día del libro hay que escribir algunas líneas con el fin de ir llenando con nuestras propias palabras el libro de nuestra vida y es más o menos a lo que he dedicado esta jornada festiva. Una poesía dedicada a mi tierra cepedana, algunas deliberaciones para mis blogs y unas pocas líneas más para ese relato que tengo pendiente sobre el Camino de Santiago. No me puedo quejar, además, todavía me queda tiempo para coger un cafelín y sentarme en el sofá a hacer lo que marcan los cánones –a los cuales no me gusta sucumbir- dedicar un rato al día del libro.

miércoles, 14 de abril de 2010

Mi primera poesía


Este microrelato lo presenté al concurso La primera vez, organizado por fallalepanto.com


Era la primera vez que me decidía a escribir. Mi timidez no me permitía expresarme de palabra, pero mi deseo no me dejaba echarme atrás. Recordé a Sabina y comencé a garabatear una servilleta de papel con unos versos inconexos que surgían de mi imaginación. No es tan difícil-pensé- y seguí escribiendo hasta que terminé el café y el espacio en blanco del improvisado pergamino se llenó de aquellos sentimientos que ya tenían forma de poema o de algo similar.
Cogí otra servilleta para continuar mi texto y las palabras ya empezaban a repetirse. Dudé entre guardarlas o tirarlas al cenicero aprovechando que el camarero limpiaba la mesa contigua. Después de mucho dudarlo, las doblé y las guardé cuidadosamente. Me fui a casa y encendí el ordenador con la intención de continuar aquella apasionante aventura.

martes, 6 de abril de 2010

Lo que se me pasa por la mente

¡Cuántas veces he pensado que me gustaría escribir con total libertad! Dar rienda suelta a mi imaginación e ir soltando por estas teclas todo aquello que se me pase por la mente, sin tener en cuenta las buenas maneras, las leyes y el derecho de terceras personas de sentirse ofendidas por mis palabras. Dicen que hay libertad de expresión, pero ná de ná. Pura propaganda. Hay cosas que sólo se pueden contar a la almohada; ¡si lo sabré yo!
Muchas veces cojo el papel virtual (Word) y suelto todo lo que se me imagina, descargo la adrenalina que el día a día y el garrulismo existente me obligan a tragarme de cara a la galería y lleno unas cuantas líneas de barbaridades que no tienen más fin que la papelera de reciclaje: allí a donde tiramos todo lo que no vale, pero que, como terapia es la mejor que te puede recetar el psicólogo…
Algunas veces, hay textos que se escapan al olvido y logran colarse en este rincón, pero no estoy segura que sean merecedores de estar aquí, un lugar por el que pasan personas maravillosas y sólo soy capaz de agasajarlas con una porquería de este tipo. En fin, que hoy es uno de los días que estoy contenta y no puedo dejar pasar la ocasión de apuntarlo en mi libretita, esta que me soporta tantas veces mis malos rollos.