sábado, 22 de enero de 2011

Ansias de volar; el sueño de un corazón de golondrina


Un día me apeteció volar con esta golondrina que me encontré en ese camino literario que ambas compartimos. Desde la primera a la última página pude soñar, era lo que ella pretendía al poner en las manos de sus lectores este libro.

Reseña sobre el poemario de Inocencia Montes
"Corazón de golondrina" (Recomendado)

Recordando una vieja canción, casi un himno a la libertad, encuentro unas palabras que me sirven de introducción para meterme de lleno en los pliegues de un libro atiborrado de amor, de sueños compartidos y a veces abandonados, de ansias de volar. Corazón de golondrina atrapa los instantes compartidos entre ese deseo de libertad, la nostalgia y la melancolía que envuelve cada uno de los versos en los que Inocencia Montes intenta descubrir los sueños de las mariposas.

Algunos poemas dejan entrever el recuerdo de un profundo amor, mezclados con nostalgia del pueblo, de la infancia, la relación con personas queridas, en particular ese abuelo encargado de “mecer su cuna para que soñara”… Y soñó. Soñó con ser una golondrina provista de alas que le permitieran escapar allí donde vuelan las aves que cada tarde veía volar como locas, en todas direcciones. Esas golondrinas que en las alas llevaban tatuados los recuerdos del pueblo, el tañido de las campanas, los aromas de las primaveras lejanas y los retazos de su vida.

Inocencia Montes, pseudónimo tras el que se esconde la autora, adopta un nombre muy querido para ella para adentrarse en el mundo de la lírica, por la nostalgia del tiempo pasado, por su infancia vivida en el lugar donde no existe la prisa, mientras desgrana en las páginas del libro multitud de imágenes atesoradas en su corazón; un tributo a personas que de una u otra forma, marcaron su vida, de instantes compartidos, de caminos que han quedado atrás, de un rompecabezas que se está encajando en cada verso, de ansias de volar. Publicado en Ibañeza.es

sábado, 1 de enero de 2011

Algunos de mis temas favoritos

Ayer me pegué un atracón de música ochentera y hoy me ha dado por comenzar el año haciendo un homenaje a aquellos ídolos que atesoraba en mi juventud. Alaska siempre me llamó la atención por sus pelos, por sus uñas, por esa voz rasgada, por su estilo que me parecía alucinante.


Barón Rojo, otro de los grandes en mi lista de éxitos. Cuando iba a Las Vegas (sala de juegos donde pasaba algunas horas), siempre tenía un duro disponible para hacer sonar estos acordes y acompañar con una guitarra imaginaria alguno de los temas que componían aquel Volúmen brutal.

Radio Futura fue otro de mis grupos favoritos y nunca entendí que se disolviera, ni que Santi Auserón dejara de cantar, a mí que me gustan las voces como la suya, sus letras, su ritmo... en fin, supongo que son cosas que pasan.

Miguel Ríos. Siempre dije que la única música andaluza que me gustaba era la suya... Cosas de adolescente, supongo. Hoy, con 40 sigo diciendo lo mismo; bueno, corrijo. También me gusta Joaquín Sabina. Lo que está claro es que lo mio es el rock y los ritmos trepidantes.

No son todos los temas que me gustan, ni tan siquiera una buena selección de canciones favoritas; digamos que de una forma u otra han formado parte de mi vida y me ha apetecido comenzar el año haciendo un pequeño homenaje a los "grandes" de mi vida.