lunes, 11 de mayo de 2009

En un lugar llamado “Libro”…

Artículo publicado en la revista cultural "Manuscrito"

Cuando el hombre aprendió a leer, un mundo mágico se abrió ante sus ojos: por un lado había dejado atrás la ignorancia para convertirse en un ser culto, en alguien superior en inteligencia a los animales. Hoy no le damos la importancia que este hecho tiene, pensamos que todo el mundo sabe leer porque sí. No nos acordamos de cuando éramos pequeños y no sabíamos combinar aquellas letras para que formaran palabras con sentido.
Por mi parte aprendí a leer con las lecciones de mi tía Isabel a la temprana edad de tres años y por supuesto que no me acuerdo de mi vida anterior a la lectura. Hoy los educadores no son partidarios de que los niños aprendan antes de los seis y seguro que los más jovencitos se acuerdan de cómo jugaban con los cuentos, miraban sus dibujos sin poder descifrar lo que sus letras decían, seguramente con el deseo y la intriga por conocer que mensaje se escondía tras las páginas coloreadas de los libros.
Cuando una persona lee algo ameno o interesante su universo se transforma a medida que va adentrándose en la lectura, como le ocurrió a Alicia en el país de las maravillas. En un libro está la aventura, la distracción, el aprendizaje, el entretenimiento y un largo etcétera de cualidades si elegimos el adecuado. No solo hay páginas de historia vivida por personas que poblaron el mundo antes que nosotros, está el saber, el arte, la ciencia, el misterio la investigación de personas que han hecho posible que un libro llegue a nuestras manos.
El cuento que unas personas con mucha imaginación han escrito para llenar nuestras horas de ocio, las historias de hadas, príncipes y princesas que nos hicieron soñar en nuestra infancia y con las que crecimos esperando un mundo lleno de fantasías que, poco a poco se fueron disipando y convirtiendo en la realidad que hoy vivimos.
En mi infancia esperando impaciente la llegada del Bibliobús, la biblioteca móvil que recorría las zonas rurales de nuestra geografía cargado de libros para todos los gustos, hacíamos carreras para ser los primeros en llegar y poder coger aquellos libros de películas en los que se narraban las aventuras del Pato Donald y del Oso Yogui – entre otros- , libros que una vez leídos nos intercambiábamos hasta la próxima visita del bibliobús. A medida que íbamos creciendo los libros de películas dejaron paso a las aventuras de Los Cinco, aquella pandilla de los años setenta, que todavía muchos jóvenes disfrutan, en los que todos soñábamos correr aventuras como las que ellos vivían, o en las historias románticas de Mujercitas que a las chicas nos hacían soñar.
En épocas de dictadura cuando uno no era libre de leer todo aquello que deseaba, los libros dejaban de ser esos buenos compañeros para convertirse en delatores de aquellos que disponían de algún ejemplar que a las fuerzas de seguridad se le antojase “rojo”, por tanto los libros de este tipo eran más bien escasos, pero los consumidores de esta literatura sabían perfectamente donde y como conseguir los libros que querían leer y que no obtenían el beneplácito de la autoridad.
Tal es el caso de una librería salmantina que siempre proporcionó a sus clientes determinados libros que no estaban expuestos en sus estanterías, siempre empeñados en satisfacer sus necesidades tenían a la venta libros denominados “raros”, ejemplares únicos y otras joyas que no había en otros establecimientos del ramo. En el resto de ciudades españolas también había donde adquirir este tipo de literatura y en ocasiones se salía al extranjero a buscar determinados libros que en España estaban prohibidos.
Hoy nos hace gracia oír la palabra “prohibido” cuando se habla de un libro, y sin embargo en la Edad Media, los inquisidores quemaron miles y miles de ejemplares que ellos no consideraban adecuados a los usos y costumbres de los buenos cristianos, ¡qué lastima! Si las leyes de las que hoy disfrutamos nos pudieran devolver aquellos libros que terminaron reducidos a cenizas, hoy nuestro tesoro de bibliotecas sería mucho mayor, tendríamos muchos más incunables, el tesoro de la lengua española estaría reflejado en muchos más lugares.

4 comentarios:

Paquita Pedros dijo...

Hola cielo interesante articulo
la verdad leer abre muchas puertas y tu mente
un beso de Luna

ana dijo...

Madre mía si es que si miras la historia te das cuenta que la literatura de una manera u otra va siempre unida a ella.

Cuántos libros no vieron la luz por haber nacido en un momento determinado.

En fin espero que eso no esté pasando ahora.

Un besito muy fuerteeee.

Anónimo dijo...

Mujer, lindo blog el tuyo. Gracias por la visita. Te enlazo y te leeré. Besos

José Luis de Valero dijo...

Un nuevo blog está en órbita
LOBOS HISPANOS
http://loboshispanos-devalero.blogspot.com/

Saludos.