Imagen de La Nueva Crónica
Los
periódicos provinciales hablan del “peor temporal de los últimos 25 años”,
porque la nieve ha complicado hasta lo indecible la vida de muchas personas, llegando
a ser un problema serio, fuera de las pistas de esquí o en los tejados a los
que adorna y confiere un aspecto único, pero debajo de las ruedas del coche ya
no es tan bonita. Y es que la nieve, en ocasiones muy deseada, cansa rápido.
En mi caso,
me gusta verla desde la ventana mientras imagino alguna historia que contar,
pasear bajo los copos que caen lentamente, hacer fotos o jugar un rato con
ella. Pero no me gusta que forme parte de mi vida y me la complique en esos momentos
en los que tengo que coger el coche o hacer algo; esos momentos en los que no
me apetece estar a su lado.
Así, a
veces, se convierte en algo deseado por quienes apenas pueden disfrutarla. En
La Bañeza, ciudad donde vivo al sur de León, apenas se ha dejado notar su
presencia más allá de unos pocos copos que desaparecen al tomar contacto con el
suelo; pero cuando una provincia se encuentra en alerta y los servicios de
emergencia están colapsados, las carreteras cortadas, el tráfico ferroviario
suspendido y hay personas atrapadas por ella… llega a convertirse en algo no
tan querido.
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