martes, 30 de marzo de 2010

Los meteorólogos también se equivocan

Imagen de lahuertadejovita.wordpress.com
Semana Santa, los cofrades inician el recorrido por las calles de la ciudad mientras que los tambores van marcando el paso a seguir. El silencio invade la noche y en las caras de los hermanos se adivina ese deseo de que las nubes despejen el cielo, a pesar de que la predicciones meteorológicas amenazaban lluvia a lo largo del día. Pasan las horas, avanza la procesión, una a una se suceden las notas de las marchas que la banda de cornetas y tambores tenían programadas para la procesión sin que la lluvia haga su aparición.
Una saeta rompe el mágico silencio mientras su entrañable cántico se dirige a la Virgen de la Soledad. Todas las miradas se dirigen hacia ella mientras que una mujer menuda, desconocida por la mayoría de los presentes, desgrana las plegarias en forma de canción que ha preparado con todo el cariño y la devoción que ya la caracteriza. Para finalizar, y a modo de agradecimiento, la banda de cornetas y tambores toca para ella y para la Virgen otra pieza de su conocido repertorio.
Poco a poco se inicia el recorrido a la inversa para dejar a la Virgen en la capilla y dar por terminada la procesión. El cortejo avanza y el trayecto toca a su fin. Las nubes siguen amenazantes cubriendo el cielo de la ciudad. En el Café Royal se congregan un numeroso grupo de hermanos para recuperar fuerzas con una limonada y un pincho de tortilla, mientras que se comenta el tema del día: los meteorólogos también se equivocan.

2 comentarios:

Paquita Pedros dijo...

Hola cielo pues si llevas mucha razon los meteorologos tambien se equivocan y mucho
un beso

Álvaro Tilo dijo...

Menos mal, Mª Ángeles, que no es ciencia exacta. Eso hace que tengamos necesidad de mirar al horizonte y hacer nosotros las predicciones, porque los "expertos" no suelen acertar mucho

Como hay gente "pa to" y ya que nos hablas de una saeta, me ha venido al recuerdo algo que escuché ayer mismo en la TV vasca (donde vivo se ve)

Hablaban de una procesión de Semana Santa en Bilbao, hace ya bastante tiempo. Al llegar a un punto determinado desde un balcón alguien empezó a cantar una saeta, lo cual parece ser que a los "ilustres nazarenos vascos" les llamó negativamente la atención, se escandalizaron y todos al unísono empezaron a pedir silencio. El hermano mayor que lo contaba seguía diciendo que esas manifestaciones populares estaban bien para los andaluces pero no para los vascos; ellos eran mucho más serios y estaban a otro nivel.

En fin, como muy bien todos sabemos, y esto lo añado yo, ellos: “mean colonia".

Un cordial saludo.